6.19.2011

fotos de NY













































NEW YORK, I LOVE YOU!! (parte 8. The End)

Último día en la Gran Manzana... no queremos irnos, deseamos quedarnos una semana más...

Las calles amanecen abarrotadas de gente, tanto que en algunas zonas es imposible caminar y lo mejor es dejarse arrastrar por la marea humana. Hoy no tenemos mucho tiempo, por la tarde tenemos que estar en el aeropuerto, de modo que pagamos el hotel y dejamos las maletas en consigna para poder movernos más cómodamente durante la mañana.

Recorremos la 5th Ave. y hacemos algo que nos faltaba: escaparating. Saks Tiffany's, Apple Store, NBA Store (donde le regalo a Santi unos pantalones de basket), Diesel (donde hay un colega pinchando y aquelloparece una macrodiscoteca), FAO Swartz (la juguetería donde está el piano de la peli BIG y donde Esther nos regala las figuritas de novios para la tarta de nuestra boda... unos playmobil con coche incluido!!)...

Tras recorrer la 5th Ave, vamos hacia el MOMA, donde visitamos rápidamente un pequeño porcentaje de las colecciones más representativas... Andy Warhol entre otras.

Y así se hace la hora de comer... de modo que nos dirigimos a un sitio emblemático: el Carnegie Deli, un deli judío donde el plato estrella se llama Woody Allen y consiste en un enoooorme sandwich de pastrami. Como vemos que los platos son inmensos pedimos todo para compartir: un woody allen, una rica hamburguesa, unas patatas fritas y la tarta de queso más rica del mundo.... mmmmmm....

El Carnegie es muy curioso, porque nada más entrar hay un par de mostradores de carnicería, con embutidos y enormes tartas... y más adelante está la zona de restaurante llena de mesas apelotonadas y con las paredes forradas de cuadros y fotos de gente famosa que ha comida en el lugar (M.A, Obama, Lassie...).

Con la comida nos despedimos de NY, porque del deli vamos al hotel, recogemos las maletas y volvemos sobre nuestros pasos del primer día... train Amtrak to Newark Airport, vuelo NY-Madrid y Madrid-Alicante.

Llegamos al día siguiente (día 1) y nos comimos las uvas (esta vez fueron M&M's) el día 31 de diciembre a las 18 horas en el aeropuerto (las 12 en España).

Fin del viaje.

NEW YOOOORK, I LOOOOOVE YOOOUUUUUUU!!!! (parte 7)

Día 6. 30 de diciembre.

Hay que aprovechar el día, tenemos que movernos rápido, ver todo lo que toca hoy y volver al hotel a cambiarnos para estar a las 19.00h en el Bowerie Ballroom... 

Desayunamos rápido y vamos hacia el ferry que nos llevará a la Estatua de la Libertad, hacemos una cola de unos 20 minutos y el señor de delante nos explica que es de Washinton y ha venido a visitar a su familia... la gente con la que nos encontramos era muy agradable y aunque no hablaramos inglés bien se arriesgaban a contarnos cosas y preguntarnos.

El ferry a la Estatua de la Libertad va bien cargado de gente, pero aún así encontramos un hueco para sentarnos. En poco tiempo llegamos al islote.

Ver la Estatua de la LIbertad de tan cerca es curioso, porque desde Manhattan parece más grande. No subimos y preferimos caminar por el paseo haciendo fotos de las panorámicas impresionantes de Manhattan. Hay muchas gaviotas y el día es espléndido, hace sol, el cielo está muy azul y el mar en calma.

Volvemos al ferry y mientras vamos pensando cuál puede ser nuestro siguiente destino... finalmente nos dirigimos a una de las tiendas más extrañas que he visto jamás. La tienda BH, una especie de MediaMark donde sólo trabajan judíos (y van con su gorrito), es inmensa, con muchísimas plantas... tú eliges qué comprar en cualquier sección y se lo dices al dependiente, te diriges a unos mostradores para hablar con otro tipo, él te explica la garantía, te repite las características de lo que quieres comprar y trata de venderte algún extra, entonces te da un papel y te dice "ale, vete a caja a pagarlo que tu compra ya está allí",  a continuación el tipo mete los productos que has comprado en una cesta y los engancha en un mecanismo de railes que recorren el techo de tooooda la tienda y llevan la compra de los clientes hasta caja y tú en caja lo recoges y lo pagas.

Ver las cestas volando por encima de tu cabeza es una locura.

Tras comprar unas cámaras de fotos para mis hermanos (samsung tiene cámara muy económicas y decentes a unos 69 euros, allí me costaron 69 dólares que al cambio eran unos 45 euros), fuimos hacia Times Sq, donde comimos un perrito de camino a Rockefeller para ver de día el árbol de navidad decorado con piedras de Swarowsky, entrar en la tienda LEGO (un puto caos lleno de gente) y a continuación buscar la tienda de la cadena de tv HBO, donde estuvimos un buen rato frikeando y comprando chorradas de series de televisión (acabé con un par de botellas de true blood, un delantal de merlot's y una camiseta que reza I love Eric... Santi y Esther no fueron menos y tb acabaron comprando merchandising).

Entre unas cosas y otras llegó la hora del concierto, de modo que nos fuimos al hotel, compramos algo para cenar rápido, ducha y de vuelta a la calle... destrozados, cansados y algo inquietos porque no tenemos entradas, vamos hacie el Bowery Ballroom.

Los seguratas dicen acordarse de nosotros, esperamos junto con un pequeño grupo de gente que tampoco tiene entradas hasta que sale el tipo con el que hablamos la noche anterior. Lo abordamos y nos dice que entremos, pagamos la entrada, nos ponen una pulserita para indicar que somo mayores de edad y podemos beber... y Francis se presenta diciendo que irá a Benidorm en unos días, que tenemos que recomendarle sitios para salir por Alicante... pero no lo volvemos a ver.

El concierto fue una pasada, hubo muy buen rollo entre todos... nadie fumaba (como mucho algún canuto) y la chica que tenía delante me dejó espacio porque decía que yo era más bajita que ella y no vería bien. Ningún empujón... nunca he estado en un concierto donde sean tan respetuosos... nunca.

Patti Smith estuvo impresionante, graciosa, cercana, activa... incluso fue emocionante poder cantarle el "cumpleaños feliz". Creo que el concierto de esta mujer ha sido el mejor en el que he estado jamás, quizás por no esperarme que me gustara tanto, quizás por el entorno, quizás por el olor a hierba que se respiraba, quizás por la compañía o por meter todos los ingredientes en una coctelera y servirlo bien frío.

Sobre las 12 acabó el concierto, hicimos un poco de cola para recoger los abrigos del guardarropa y volvimos destrozados al hotel... los ojos se nos cerraban y el cansancio era demoledor, pero la satisfacción de haber estado en un concierto de una artista tan legendaria no nos lo quitaba nada ni nadie (ni siquiera el tipo que vomitaba junto a nuestro banco esperando el metro).






NEW YORK, I LOOOOOVE YOUUUUUU!!!!!!!! (parte 6)

Día 5. 29 de diciembre.

Nos queremos morir, levantarnos y apoyar los pies en el suelo resulta muuuuy doloroso, los gemelos nos tiemblan... pero estamos en una de las ciudades más apasionantes del planeta, cientos de personas querrían estar en nuestro lugar y no podemos volver a casa con la sensación de no haber aprovechado cada segundo en Nueva York.

Hoy me toca a mi comprar unas botas de agua, porque aunque las botas de Crocs son muy cómodas, los microagujeritos de transpiración dejan pasar la nieve que cada vez es más líquida, así que compro unas botas negras en Washintong Sq y nos dirigimos hacia el Noho, el Soho, Little Italy y Chinatown... hoy toca ir de shopping y arrasamos en Victoria Secret, Brooklyn Industries, tiendas de música... y así hasta la hora e comer, que entramos en un restaurante italiano -Da Nico- de little Italy (agua+ensalada+pasta+postre de la casa unos 10€ por persona).

Una vez saciados y disfrutando de los rayos de sol en Little Italy (es una zona muy bonita, llena de cafés y restaurantes italianos, con edificios rojizos y escaleras de incendios) vamos hacia el café Mare Chiaro, donde tomamos una copa de vino en memoria de Frank Sinatra, que frecuentaba el bar. Disfrutamos de la gramola como niños y dejamos cada uno dos dólares para escuchar las canciones que elegimos. En este bar se han rodado escenas de El Padrino, Donnie Brasco, Los Soprano... está bastante destrozado y perjudicado, se nota que ha cambiado de propietarios en varias ocasiones, pero la gramola le da un rollito muy guay y no deja de ser un sitio con historia.

Entre unas cosas y otras decidimos comprar la cena para llevarla al hotel y nos hacemos con una racion de puding de arroz de un sitio llamado Rice for Richies... es un sitio bastante curioso, porque sólo venden puding de arroz de diferentes sabores y con toppings a elegir.

con las bolsas de comida (no pesan y los envases del pudding son muy resistentes y sellados) vamos a la 42St, donde está la Gran Central Terminal... impresionante... es una estación de trenes muy bonita y gigantesca, la gente corre un sitio a otro, la bóveda del hall (tan  grande como un campo de fútbol quizás) está pintado con un cielo estrellado y las diferentes constelaciones vistas al revés (digamos que las vemos como las vería Dios desde su supuesto punto de vista... no se sabe si es un error del pintor o lo hizo a posta). 

De la Gran Central vamos a la Biblioteca, que hemos visto miles de veces en el cina y de ella a Bryan Park, donde está una de las tres pistas de patinaje de Nueva York y hay un ercadillo navideño para gente con los bolsillos muy llenos (carisísimo!!!).

Así, cansados, volvemos al hotel para darnos una ducha y recuperar fuerzas, esta noche queremos salir a tomar una copa.

Sobre las once de la noche, hora para nosotros adecuada para salir de copas a algún local de música en directo, cogemos el metro y vamos hacia el Bowerie Ballroom, más allá de Chinatown. 

Y ahora os explicaré nuestra primera experiencia en la noche neoyorkina:

Bajamos del metro y caminamos por Chinatown... cosa que no es demasiado pintoresca, ni bonita y ni mucho menos glamurosa... los comercios están cerrados, no hay bares y sólo queda algún que oro trabajador tirando la basura... huele a pescado, hay charcos de agua, nieve, sangre de pescado, líquidos, vapores... apesta... no hay casi luz y si es invierno hace mucho frío.

Llegamos a la puerta del Club y no hay nadie... yo esperaba una cola para entrar o algo así... pero nada... sólo cuatro tipos de seguridad grandes, musculosos, negros y con chaquetas de cuero... uno de ellos está sentado en un taburete en la puerta y todos nos miran con cierta curiosidad.

Los tres banquitos, pequeños y lechosos nos acercamos y les preguntamos en un dudoso inglés si podemos entrar. Ellos nos preguntan con voz grabe si tenemos entradas. Nosotros decimos que no. Ellos se miran confusos... nos dicen que esperemos, abren la puerta y bajan por unas escaleras estrechas hacia un sótano (el local está en un sótano).

Tras unos minutos de incertidumbre suben y nos dicen que pasemos, que quizás aún queden entradas, pero que el concierto está empezado... ¡¡¡¡pero si son las once y media!!!! ¿¿¿qué pasa con eso de que NY es la ciudad que nunca duerme??? 

Bajamos al Bowerie Ballroom y... ¡está vacío!, no hay escenario, no se escucha música... ¿dónde está el concierto? quizás hay una sala anexa. Una tia muy estúpida nos dice que esperemos y al rato un chico al que llamaremos "Steve" aparece hablando un español muy mexicano, nos explica que el concierto hace rato que ha empezado y que le sabe mal cobrarnos las entradas, que si queremos pasar podemos pagar dos entradas sólo... peeeero, las entradas valen 40$ cada una... un poco caras para ver un grupo que no conocemos, las devolvemos y nos explica que está tocando una "señora muy famosa aquí en NY, que toca la guitarra, canta y escribe poesía... Patty Smith" y flipamos en colores... ¿volverá a tocar mañana? ¿quedan entradas? ¿las podemos comprar?... nos ve tan entusiasmados que nos dice que no sabe si habrán entradas, pero que de todos modos volvamos al día siguiente a las ¡¡¡siete de la tarde!!!! y que si puede nos deja entrar.

Así que le tomamos la palabra y nos "quedamos con su cara".

Salimos de allí, cansados, con frio, pero conuna nueva esperanza... volvemos al hotel y dormimos rezando para que "Steve" nos deje entrara al concierto al día siguiente.

NEW YORK, I LOVE YOUUUUU!!!! (parte 5)

Día 4. 28 de diciembre.

Me duelen los pies, tengo agujetas en las piernas y mis botas de crocs ya no aguantan más nieve... hoy me compraré unas bota de agua selladas y sin ningún tipo de agujeritos transpirantes.

Me asomo a la ventana y veo cómo caen laúdes de nieve desde las escaleras de incendios... la nieve empieza a deshacerse poco a poco, pero aún queda mucha-muchísima y aunque los pasos que han abierto en las aceras para que pasemos cada vez son más anchos  el hielo sigue dificultando que Nueva York tenga su ritmo normal... lo que a los turistas nos viene fenomenal.

¡Ducha, desayuno y al ataque!

Hoy vamos en metro hasta South Ferry, desde donde queremos subir en el ferry para ir a Liberty Island, pero tenemos mala suerte y por la nieve la estatua de la Libertad está cerrada y tenemos que aplazarlo para el día siguiente.

Ya que estamos en esta punta de Manhattan nos quedamos, visitamos el Castle Clinton y subimos al Ferry de Staten Island. Se trata de un ferry enorme que fue subvencionado por un señor muy rico que en sus inicios tenía que recorrer mucho tramo para ir de Staten Island hasta Manhattan (Staten Island y Manhattan están unidos por un puente larguísimo que en horas puntas presenta atascos impresionantes), de modo uqe este señor, cuando amasó una gran fortuna regaló el ferry a los ciudadanos. Al principio este servicio costaba un centavo, pero con el paso del tiempo resultó ser un incordio tener que dar cambio de un centavo a cada pasajero, de modo que lo hicieron gratuito.

El trayecto de Manhattan a Staten Island en el ferry dura unos 20 o 25 minutos creo recordar y generalmente no es necesario ni bajar del barco, te quedas y vuelves a Manhattan, pero a nosotros nos hicieron cambiar de ferry porque en el que estábamos había una cantidad inmensa de nieve que impedía a los pasajeros asomarnos por la borda.

Cuando bajamos del ferry naranja en Manhattan paseamos por South Street y Wall Street hasta el Muelle 17, donde se pueden ver unos barcos de vela muy a lo "piratas del caribe". El contraste es espectacular porque esos barcos anclados en el muelle de madera tienen un entorno muy cosmopolita, con rascacielos de cristal y hombres de negocios.

En el Muelle 17 hay unas galerías comerciales con un  montón de restaurantes. Nosotros aprovechamos para hacer unas compras en Victoria Secret.

Aunque es hora de comer decidimos ir hasta el City Hall y de allí al Brooklyn Bridge, que cruzamos disfrutando de las vistas y de los rayos de sol. El puente de Brooklyn es uno de los más bonitos que he visto y está perfectamente ideado para los peatones, porque digamos que consta de dos plataformas, por arriba pasa la gente andando o en bici y por debajo los coches.

Tardamos unos 25 minutos en cruzar el puente y llegar a Brooklyn (al otro lado del East River - Manhattan es una isla rodeada por éste río y el Hudson -).  Estamos muertos de hambre y parece que cerca no hay ningún restaurante más allá de una pizzería donde la cola de clientes da la vuelta a la manzana (a los neoyorkinos parece molarles mucho eso de hacer cola para comer) y el famosos River Café, un restaurante muy bonito ubicado en un barco amarrado al muelle y que está justo debajo del puente de Brooklyn. Imaginad dónde decidimos comer... creo que fue la comida más cara que nos permitimos, pero hay que decir que el entorno y la comida valían la pena (60$ por cabeza tomando vino, postre y tal). Desde las enormes ventanas del River café vimos cómo la luz se marchaba y Manhattan empezaba a encender sus luces (estuvimos un par de horas disfrutando del sitio... cosa que los americanos no hacen, ellos comen y se van, eso de las sobremesas no lo conocen).

Descansados y saciados salimos al muelle y seguimos mirando los inmensos rascacielos silueteados sobre un cielo azul oscuro casi negro, mientras chisporroteantes lucecitas se iban encendiendo y se refleh¡jaban en el East River... Mágico.

Fue en este punto donde vimos un termómetro que marcaba 2ºC y nos alegramos como niños, porque notábamos calor, ¡eso era buen tiempo!... ¡fuera las bufandas! ¡fuera los guantes!... al rato volvimos a sentir el fresquito, se nos había pasado el efecto del vino.

Desde Brooklin, y tras pasear un rato, cogimos un metro dirección Wall Street y la zona del Wold Trade Center, donde visitamos Century 21, una de los centros comerciales estrella de la gran manzana por disponer de ropa de diseñadores a muy buen precio... lamentablemente era todo feísimo... supongo que para pillar las mejores gangas habrá que ir a primera hora de la mañana.

Paseando llegamos a St. Paul's Chapel y la zona cero donde estaban las torres gemelas. Esta zona impresiona mucho, porque cuando estás frente al enorme agujero te das cuenta de que el espacio real en el que se alzaban las torres tampoco es tan grande e imaginar ver caer dos edificios en ese pequeño hueco es terrorífico.

De esta zona vamos a Macy's, que al haber empezado las rebajas está destrozado, y luego vamos Times Sq para dejarnos cegar por las luces de neón, callejeando vemos Bryan Park y la HBO Shop, pero estamos muy cansados y preferimos dejar algo para el día siguiente.

NEW YORK, I LOVE YOU!!!!!! (parte 4)

DÍA 3. 27 de diciembre de 2010.

Despierto. Santi se está duchando y parece que Esther aún duerme. No puedo evitarlo y me asomo a la ventana... no sé si ha dejado de nevar, si ahora llueve o si se ha acabado el mundo.

Parece que está nublado, quizás por la hora, son las 8:30h... ¡¡¡pero no nieva!!!. Las escaleras de incendios están completamente ocultas bajo metros de nieve blanca, blanquísima... pero ha dejado de nevar y en el canal metereológico dicen que ya no volverá a hacerlo más en los próximos días.

Desayunamos lo de siempre y salimos a las calles de Nueva York... blancas, si asfalto, las venidas son como llanuras inmensas nevadas y los coches están ocultos completamente... algunos han quedado abandonados en medio de las calles al quedar atascados, incluso vemos una calle llena de coches de policía vacíos, dejados de cualquier manera en medio del paso... si no fuera porque empieza a lucir el sol y los tenderos se afanan por limpiar las entradas de sus comercios con palas y sal, parecería que fueran a salir hordas de zombies de la nada.

Caminar es complicado, hay tramos donde la nieve nos llega más allá de las rodillas... pero las vistas de Nueva York sin tráfico, sin atascos y sin ruido son magníficas. La nieve amortigua cualquier sonido, no hay coches por las calles, los peatones caminamos por donde queremos sin preocuparnos por los semáforos o las aceras... ¡somos dueños de Manhattan!.

Así, escalando montañas de nieve, llegamos hasta Times Sq. donde nos helamos literal y figuradamente ante la grandiosidad de los luminosos, a pesar de ser las diez de la mañana. Callejeamos y nos morimos de frío... este fue el momento en el que más frío pasamos en todo el viaje creo... al día siguiente de la tormenta.

Sobre las once o así decidimos entrar en un sitio llamado Sturdust, nos lo había recomendado Rosa y Senén y la verdad es que, aunque se pasa de turístico, es un sitio peculiar y bastante chulo. Se trata de un restaurante cafetería decorado al estilo de los años 50 y donde los camareros y camareras (que visten acordes al local) sirven las mesas y cantan en directo. Disfrutamos del espectáculo con una porción de tarta de manzana, una de queso y unos capuccinos. Lo menos recomendable... la cuenta, porque a parte de lo que tomas y de la propina al camarero, también pasan un cubo para propinas de los cantantes, pero aún así es recomendable si te mola lo kitch.

De vuelta al frío blanco de NYnos dirigimos hasta Columbus Sq. desde donde accedemos a Central Park, que parece un bosque nevado. El espectáculo es increíble, los críos se tiran por las colinas nevadas en trineo, la gente pasea a sus perros, va en bici por los senderos recién abiertos y despejados, los turistas flipamos porque de repente yano estamos en NY, estamos en unas pistas de sky y a lo lejos se ven los rascacielos de Manhattan.

Paseando, comiendo nieve y haciendo guerra de copos llegamos a Strawberry Fields (aquí mataron a Lennon) y Dakota Building, donde aún vive Yoko Ono (como curiosidad contaré que para vivir en el edificio Dakota has de pasar una multitud impensable de entrevistas, mostrar recomendaciones, demostrar que puedes pagar el apartamento y los gastos... y finalmente tus posibles vecinos deciden si te quedas o te vas... algo así como una cooperativa o una secta y por supuesto tú y yo no podemos vivir ahí, sólo lo más de lo más de lo más puede permitírselo.... y la verdad, tampoco es para tanto el edificio de los coj...).

Así llegamos al Museo Arqueológico, el mismo que se supone sale en la peli "Noche en el museo"... pero no se parece en nada, los animales ni se mueven ni son graciosos ni nada de nada... son animales muertos y disecados. Lo cierto es que es un museo un poco aburrido si no te mola el tema, pero en el momento que seas un friki de los dinosaurios seguro que te parece lo más de lo más.

Quizás lo más curioso del museo fue el planetario, porque es el típico con forma de cúpula donde te sientas en una cómoda butaca y a tu alrededor proyectan el universo. Nosotros vimos una peli sobre la creación del plantea, sobre el big bang y con planos bastante chulos de Nueva York... todo narrado por Whoopie Goldberg.

Por cierto, Esther se quedó frita durante la proyección de la peli, así que igual tampoco mola tanto. En conclusión, si vas poco tiempo a NY no entres al Arqueológico... si te gusta el arte mejor ve a MOMA.

A las 15:00h salimos del Arqueológico y buscamos algún sitio donde comer. Entramos en un mexicano de dudosa calidad, pero por 10$ nos metimos una fajita de medio metro con frijoles y carne... no puedo decir que me gustara, pero sirvió de carburante para seguir adelante.

Volvemos a Columbus Sq y entramos al centro comercial que hay allí, muy lujoso y caro todo... intocable... y de allí por la 6th Ave. hasta el Rockefeller Center donde vemos el famoso árbol de navidad adornado con piedras de Swarowsky y la pista de patinaje super enana que en la tele parece enorme.

Esta zona está atiborrada de gente... impresionante la cola que había para patinar (20$ la broma) y lo que más agobio da -os vais a reír- es la tienda Lego!!!... en esta tienda no cabía ni una persona, niño, alma, hormiga más... qué agobio!!!! pero qué mierda pasa con los lego????

Por los alrededores entramos a una tienda de cucadas y compro una moda funda para mi cámara pocket. y de aquí nos vamos al metro, donde compramos una metrocard de 7 días por 27$ ... con esta tarjeta el metro no falla y el truco si no te aclaras mucho es ir siempre a estaciones grandes.

Así, con el metro sucio y caótico de NY, vamos hasta el East Village, zona que me parece tiene un rollo bastante británico, con pubs, tascas y edificios bajos. En esta zona localizamos The white horse, un pub muy conocido hace décadas por ser el centro de la cultura beat y donde autores como Jack Kerouac ("En el camino") se pillaban unos pedales del copón y armaban follón... nosotros ni pillamos un pedo, ni nos metimos en líos. Esther se pidió un sano zumo, Santi una cerveza y yo un merlot que al primer sorbo parecía bueno, pero te dejaba el paladar como matequilloso (donde se ponga un buen rioja... o por lo menos este merlot no era demasiado agradecido).

Estamos cansados y volvemos al hotel en metro. Decir que el metro no parece demasiado inseguro, es como todos los metros del mundo... depende de la zona y de la hora, pero nosotros no tuvimos malas experiencias, simplemente un par de borrachos que vomitaron a nuestro lado mientras esperábamos el tren, pero te apartas y listo.

Lo peor del metro es que la mayoría de las estaciones no tienen pantallas en las que te dicen lo que falta para el siguiente tren, no pasan tan a menudo como por ejemplo en Londres, las estaciones son feas, frías y mal iluminadas y acceder al andén de enfrente para ir en dirección contraria es un poco engorroso.

Cuando llegamos al hotel nos sentimos como si fueran las 5 de la madrugada, pero a penas pasan de las 12... queremos morir en nuestras camas hasta el día siguiente.

NEW YORK, A LOVE YOU!!!! (PARTE 3)

DÍA 2

A las 9:30h estamos desayunando en el lobby del hotel, preparados para un desayuno rápido y poco saludable: café aguado con leche y un par de muffins hipermegacalóricas.

Sobre las 10 estamos cerca del Flatiron building, un edificio que hemos visto infinidad de veces en películas y cuya peculiaridad reside en su forma de plancha... digamos que su planta es triangular conlos cantos redondeados. Una de las pelis en las que mejor podemos verlo es en "La edad de la inocencia".

Es aquí, cerca de Washintong Sq y del Flatiron donde vemos caer los primeros copos de nieve... los primeros de una tormenta que más tarde colapsaría Nueva York.

Caminamos hacia East Village mientras la nieve va formando una fina capa blanca en el suelo y sobre los coches aparcados. El frío se hace notar y muy cerca del Soho y Little Italy decidimos calentarnos con un capuccino y una porción de tarta de chocolate en el Café Dante.

Desde las ventanas del café vemos cómo la nieve cada vez cae más fuerte, es muy bonito... cuando salimos del Dante seguimos callejeando por Bleecker St. entramos en una tienda de ropa vintage y fotografiamos algunas ardillas en las numerosas plazas.

Así, inspeccionando calles y empapándonos de nieve y ambiente neoyorkino se nos hace hora de comer. Con los pies mojados (Esther sobre todo porque sus botas son de ante) y las manos heladas entramos a un restaurante de comida biológica (el natural food está muy de moda en NY) donde comemos por unos 14$ cada uno (unos 11 euros). Yo opto por un plato abundante de verduras al vapor sobre arroz integral y no uso la salsa que me traen de acompañamiento, el agua la sirven en jarras y es del grifo... está buena, es gratis y no pedimos nada más para beber. Lo que más me gustó fue la cesta con diferentes tipos de pan que nos pusieron.

Desde nuestra mesa podíamos ver la intersección de dos calles y cómo el viento creaba torbellinos de nieve, que cada vez caía más y más densa. En esos momentos yo me debatía entre el "oh, qué guay!" y el "por favor, que sólo nieve hoy".

Tras la comida el frío es mayor y en las aceras se acumula ya tal cantidad de nieve que podemos hacer batalla de copos. Vamos por Broadway St y entramos a tiendas de zapatos colapsadas de gente, Esther necesita unas botas de agua ya mismo, pero parece que no acabamos de encontrar las adecuadas.

Así, por Broadway vamos hasta Chinatown hasta que llega el momento de dar la vuelta porque el frío es impresionante, el aire corta y la nieve impide ver más allá de dos metros... los comercios empiezan a cerrar, los coches dejan de circular, ya no se ven las rayas de las carreteras, ni los pasos de peatones... volvemos hacia atrás y compramos las botas... necesitamos entrar en calor y cambiarnos los calcetines... nos sentimos como si estuviéramos en la montaña y de un momento a otro fuera a aparecer Jesús Calleja con un grupo de sherpas.

Son las seis de la tarde y es completamente de noche, estamos helados, cansados y flipados con tanta nieve... tenemos una necesidad imperiosa de tomar algo caliente y cambiarnos los calcetines por unos secos, así que entramos en un Starbucks y entramos en calor con un buen capuccino.

Estando en la cafetería miramos hacia el exterior y ya es noche cerrada, no hay nadie por la calle... sólo escuchamos el rugir del aire arrastrando olas de nieve. Sobre las 18:30h nos avisan de que van a cerrar y tenemos que irnos.

Cuando volvemos a salir a la calle decidimos localizar una boca de metro y hacer varios transbordos hasta el hotel, pero tras sacar los tickets las puertas de acceso a la estación no se abren, Santi se cuela, los billetes de Esther y el mío sí que parece que van, p no acabamos de comprender cómo funciona el sistema de trenes. Los europeos estamos acostumbrados a que los andenes estén conectados por el interior, pero en NY tienes que entrar por la boca de metro correcta dependiendo de cuál sea tu destino... salimos al exterior de nuevo y cruzamos la calle para acceder al metro desde el otro lado, pero ya no funciona ninguno de los tickets... tenemos la cara enrojecida del frío, las cejas congeladas y las chaquetas escarchadas... sea como sea hay que parar un taxi. Volvemos al exterior y ¡suerte! justo enfrente de nosotros una mujer abandona su taxi y lo abordamos como si fuéramos piratas.

El taxista nos comenta que conducir está siendo un infierno (en bastantes tramos no hay más coches por las calles a parte del nuestro), se le han congelado los limpiaparabrisas y nos avisa de que tardaremos como 20 minutos en llegar al hotel... las suelas derrapan al girar por el hielo, la nieve cubre las ventanillas...

Y llegamos al hotel sanos y salvos...  no recuerdo cuánto pagamos pero fue barato (seguro que en Alicante nos hubieran cobrado como dos o tres veces más).

Tras una ducha bien caliente y descansar decidimos bajar de nuevo a la calle para comprar algo de cena. en la calle de al lado tenemos un Dely super apañado donde nos preparan unas tortillas con jamón, zumos, sopas y no sé cuántas cosas más por poco dinero. Una vez cenados volvemos al hotel y este sería el día que más pronto nos acostaríamos... a las doce ya estábamos dormidos, cansados y algo inquietos por si la tormenta se alarga y no podemos disfrutar de la ciudad.

NEW YORK, I LOVE YOU!!!! (PARTE 2)

DÍA 1

Tras alojarnos en el Wolcott y darnos una ducha rápida para despejarnos salimos a la calle. Son las 6 o las 7 de la tarde pero llevamos sin dormir casi 24h y nuestros cuerpos lo notan, aún así la emoción y el querer luchar contra el jet lag hacen que nos propongamos acostarnos como mínimo a las 22:00h, para entonces ya habrán pasado 24h desde que dormimos por última vez en casa y sabemos que así será más fácil adaptarnos al nuevo horario.

Casi sin querer llegamos al Empire State, que está a tres manzanas del hotel y como no vemos mucha gente decidimos canjear nuestro bono por el talonario NY City Pass que llevamos comprado desde España. Este talonario te permite acceder saltándote la cola más larga (la de compra de entrada) y acceder directamente al a cola de acceso (suele ser más corta). En el talonario tienes cinco atracciones: el empire state, el moma, el metropolitan o el top of the rock, el arqueológico y a elegir la estatua de la libertad o un paseo en ferry.

Entre unas cosas y otras acabamos haciendo cola para entrar a una atracción del Empire State que se llama Skyride. Cuesta 24 dólares y consiste en una mini sala de cine de éstas en las que se mueven los asientos y proyectan un vídeo sobre la ciudad vista desde helicóptero. La verdad es que si vas cansado el chisme te marea y es muy cutre. Creo que ha sido lo peor del viaje con mucha diferencia, sobre todo porque desde esta zona tuvimos que volver a bajar para volver a subir al piso 86, desde el que se ven unas vistas impresionantes de la ciudad (esto sí que entraba con el talonario city pass).

Desde el Empire vimos NY de noche y como aún no había paseado por sus calles me dio mayor impresión saber que sólo tenía que bajar en ascensor para estar allí.

Como hacía un frío de mil demonios no pudimos estar mucho rato, así que dimos la vuelta de rigor, hicimos miles de fotos y bajamos a buscar un sitio donde cenar. Eran las diez de la noche y estábamos realmente cansados.

Cerca del hotel encontramos una pizzeria (Empire Pizza) y nos comimos un par de ensaladas con una porción de pizza enoooorme. A los americanos les gusta todo muy grande... No recuerdo cuánto costó, pero supongo que al cambio sería menos de 10€.

Así fue como terminamos nuestro primer día en NY. Agotados, rendidos en nuestras camitas y durmiendo toda la noche de tirón... ¿quién dijo que por el cambio horario nos despertaríamos a las 4 de la madrugada? nosotros nos despertamos gracias a la alarma del despertador a las 8 y a las 9:30 ya estábamos desayunando muffins y bebiendo café aguado (por cierto, me lo imaginaba mucho peor... pero realmente es como una infusión de café y los que probé no sabían a rayos).

NEW YORK, I LOVE YOU!!!!!! (parte 1)

El 2010 acabó con la realización de un viaje que tenía en mente desde hacía años, a mis 28 años (ahora 29) he cruzado el charco y salido de Europa, cosa que ya iba siendo hora teniendo en cuenta que viajar es mi gran pasión.

Hay gente a la que no le motiva el continente americano (en concreto EEUU), pero tenemos que ser realistas, hemos crecido con música que proviene de allí, China y Japón quieren ser como ellos, si en EEUU la cagan (y lo han hecho mucho) a nosotros nos llega su mierda... digamos que EEUU es un poquito de todos nosotros, digamos que estamos tan habituados a su cultura, sus iconos y sus calles, que son un poco nuestros también (nos guste o no)... así que de ahí mi atracción... ¿qué hay en ese país que tanto ha enganchado a la gente? ¿realmente es todo como lo vemos en el cine? ¿porqué  los americanos caen tan mal a los europeos?

He de decir que antes de este viaje yo tenía ciertos prejuicios. Pensaba que los neoyorkinos eran engreídos, que los estadounidenses se creían el centro del universo y que miraban al resto de humanos por encima del hombro... hoy reconozco que no me ha dado esa impresión y que en parte mis prejuicios se deben a que considero que en España estamos acomplejados. Nos repiten tantas veces a lo largo del día que nuestra educación es deficiente, que nuestra producción insuficiente... que al final nos da vergüenza ser españoles y no vemos nuestras cualidades.

Nueva York es una ciudad frenética porque se tarda mucho en hacer todo... hay que esperar el metro, hay que hacer cola para comprar un café, hay que hacer cola para recoger el abrigo del guardarropa de un club, hay que esperar para cruzar, hay que hacer cola para comprar en algunas tiendas, hay que caminar despacio (de los tapones de gente que se forman) por las avenidas... que luego, todo ese tiempo perdido, hay que recuperarlo yendo muy rápido por la vida.

En España somos más anárquicos y las colas se respetan mucho menos... aquí el primero que estira la mano gana... en eso deberíamos aprender un poco de NY... su orden y su respeto es impresionante.

En NY el metro es más bien lento (no hay pantallas para ver cuándo llegará el siguiente tren), es sucio, feo y no hay acceso de entrada y otro de salida, sino que es el mismo para todo y se forman unos tapones del carajo... esto es bastante cutre.

En España, el metro de Madrid y el de Barcelona son mucho más modernos, rápidos, limpios, ordenados... y los españoles eso no lo sabemos porque nadie nos lo dice (!!!).

La comida en NY es muy variada, no todo son hamburguesas, de hecho parece que están bastante obsesionados con lo biológico y lo natural, aunque contradictoriamente (igual que en muchos países Europeos) a todo le ponen salsas y aliños y desconocen el valor de un poco de aceite de oliva y sal o simplemente un chorrito de limón.

En España sabemos que nuestra cocina mediterránea es de las mejores del mundo, de las más sanas y de las más variadas, pero aún así cada vez son más las personas que se niegan a comer potajes, ensaladas... y se atiborran de platos precocinados y comida rápida. Esto es otro signo de la mala consideración que tenemos hacia nuestra cultura y costumbres... no por comer lentejas eres menos moderno. El cuscús con queso feta y las hamburguesas de ternera están muy bien, pero debemos conservar un poquito nuestra cocina, porque si no acabaremos como los estadounidenses: primero sin darle valor al placer de comer y más tarde obsesionados con lo biológico, orgánico, lo vegetariano... sólo por moda.

En NY da la impresión de que la gente es muy independiente (estar solo la mayor parte del día es normal, comer solo en un restaurante es normal, ir solo de compras es normal) y la población es muy joven (la edad media es de 35 años). Todo esto hace que la ciudad siempre esté activa. Siempre vemos a alguien joven de un sitio a otro, rápido... y cuando tienen que hacer colas no les cuesta entablar conversación. El neoyorkino habla por los codos, es extrovertido y te cuenta su vida mientras esperas en la cola del super.

En España vemos el ritmo de NY como trepidante, exótico, atractivo.. y no nos gusta nada compararnos con ellos cuando estamos acompañando a nuestros abuelos al mercado o cuando no nos apetece ir solos al cine y llamamos a un amigo. Pero tenemos que reconocer que nuestro sistema familiar hace que nos sintamos más acompañados y tengamos más apoyo... En España hay mucha gente mayor, pero eso no nos hace peores, simplemente diferentes a los norteamericanos... y supongo que por el hecho de tener lazos familiares y de amistad más cercanos no necesitamos abrirnos tanto a los desconocidos. Supongo que por eso no solemos hablar en la cola del supermercado y en el autobús de camino a casa.

No sé, creo que hay diferencia culturales impresionantes, pero al final todos queremos llegar al hogar y descansar del día... me encantaría que en España nos quisiéramos un poco más, porque realmente nuestra sociedad no tiene nada que envidiar a la americana.

Y una vez soltado este rollo sin mucho sentido voy a pasar a explicar cómo ha sido nuestra semana neoyorkina, cómo hemos vivido las navidades, cómo hemos estado en una tormenta de nieve histórica y cómo hemos vuelto a casa con muy buen sabor de boca.

En primer lugar explicaré que a este viaje hemos ido Esther, Santi y yo. Empezamos a planear el viaje allá por enero y finalmente a principios de marzo compramos los billetes a través de Rumbo. Hubo algunos problemillas con la tarjeta y lo solucionaron enseguida sólo con llamar por teléfono. La verdad es que genial con Rumbo.

En cuanto al hotel reservamos un par a través de booking y luego investigamos ubicación con el goolge maps. Así que al final cancelamos sin cargos el hotel de Chinatown y nos quedamos con el Wolcott.

En total y para que os hagáis una idea por si estáis pensando ir, el vuelo Alicante-Madrid y Madrid-Newark nos costó cerca de 800€ con seguro de viaje y cancelación y el hotel nos costó unos 350€ por cabeza para seis noches en habitación triple.

Los precios son baratos si tenemos en cuenta que fuimos en navidades y en estas fechas los hoteles y los vuelos (sin comprarlos con cierta antelación) suelen subirse bastante a la parra, pero aún así si decidís ir en otra época del año y no os importa el calor, creo que verano es temporada baja en NY.

El Wolcott Hotel tiene 100 años y las habitaciones son bastante antiguas, aunque todo tiene cierto encanto "retrocutrelux". El hall es bastante impresionante porque es como entrar al Gran Teatro de Elche, con rosetones y ornamentación de escayola en las paredes y en el techo, una lámpara de araña y moqueta con morbo (parece que esté diciendo: "como yo te cuente todo lo que se me ha caido encima, flipas"). El personal de recepción es bastante seco, nosotros cruzamos las palabras justas con ellos y ni te preguntan qué tal ni nada de nada.

En cuanto a la habitación triple que teníamos reservada era bastante cómoda, porque eran dos habitaciones conectadas por un hueco de puerta sin puerta y bastante ancho. Todo era amplio y las dos zonas teníamos televisor (se escuchaba un poco mal), el cuarto de baño no tenía calefacción y hacía frío dentro, pero ya nos encargábamos nosotros de dejar la puerta abierta todo el día y los radiadores como ollas express... y esa es otra cosa a comentar para que si vais no os asustéis, los radiadores también tiene cien años y juro que jamás había escuchado tremendos ruidos de un chisme de esos... era como si fuera a reventar de un momento a otro y el vapor salía a presión por un agujerito... oye, pero todo muy apañao.

Por cierto, la habitación estaba relativamente limpia y las camas eran bastante cómodas (o eso o es que nosotros estábamos muertos de cansancio).

Más cosas interesantes del hotel... pues que no entraba desayuno propiamente dicho, pero sí que teníamos todas las mañanas en el hall un par de termos de café, leche, té y mogollón de muffins... al tercer día las magdalenas nos salían por las orejas, pero aún así no parábamos y Santi se metía dos bestias de esas cada día.

Sin duda, lo mejor del hotel ha sido el precio y su ubicación... y vosotros diréis... 350€ entre seis noches sala a casi 60€ la noche... muy barato no es... pues no! pero mirad el precio de otros sitios y luego hablamos. En NY los hoteles son un atraco y más aún si luego les añadimos las tropecientas mil tasas que suben el precio inicial.

Como ya he dicho la otra cosa mejor del Wolcott es su ubicación. Resulta que estábamos en la 4th Ave. con la calle 31... y vosotros diréis: "pues qué bien"... eso quiere decir que estábamos a un manzana de la famosa 5a Avenida, a diez minutos de la estación de tren y 15 de Times Sq. A 3 manzanas del Empire State Building... vamos, la mar de bien!

En fin, que el hotel genial y el vuelo... bueno, digamos que se hace duro. Nosotros cogimos un avión de Iberia para ir de Alicante a Madrid y una vez allí, como Continental Airlines no está asociada a Iberia, nos aconsejaron que no mandáramos directamente el equipaje facturado a NY, sino que lo recogiéramos en Barajas y lo volviéramos a facturar. Aquí no tuvimos ningún problema y además hasta nos dio algo para hacer, porque teníamos que esperar unas dos o tres horas para embarcar con Continental.

El viaje de casi 7 horas Barajas-Newark fue menos duro de lo que pensé, porque era de día y sólo hay que tener paciencia: duermes un poco (yo nada de nada), comes lo que te dan (puagh!), ves un par de pelis en inglés o en hispano, duermes, comes, te estiras... y llegas a Newark.

Donde sí lo pasé mal fue a la vuelta, porque volábamos de noche y aunque tienes sueño dormir es complicado con esas almohadas de mentira y los respaldos falsamente reclinables... aunque alguna babilla dejé caer y me pasé un par de horas con los ojos cerrados y la boca abierta... pero incómodo, incómodo, incómodo... y ya para rematarnos, en Barajas nos esperaban 6 horas de dormir el jet lag tirados por los rincones del aeropuerto... hacía tiempo que no estaba tan destrozada, rememoré mis años lozanos de empalmar alguna noche con el día.

La llegada a Newark no fue tan caótica como pensaba. El equipaje facturado salió bien y no pillamos mucha cola en el control de aduanas. Un policía bastante seco nos preguntó qué hacíamos allí (y nosotros con cara de buenos: "holidaysssss"), cuánto tiempo íbamos a esta (y nosotros. "a week" -y sonrisilla-) y poco más. Nos tomó las huellas dactilares y nos hizo una foto... no nos atrevimos a pedirle que nos la mandara por e-mail...

Y tras cruzar la línea de la aduana nos entró la risa floja. Ya estamos en EEUU, hemos llegado a Nueva York!

El personal del aeropuerto es muy majo y chapurrean español, así que no hay problema para encontrar las máquinas dónde comprar el billete de tren a Manhattan. Lo primero es comprar ese billete que cuesta unos 10€ (al cambio actual, que es 1 dolar = 0,75 euros) el trayecto y luego hay que subir a un tren eléctrico que recorre las terminales del aeropuerto hasta Newark Station. Desde Newark Station hay que coger un tren hacia Manhattan (tarda unos 20 minutos más o menos, creo recordar). Nosotros nos bajamos en Penn Station y de allí al hotel fuimos caminando en 10 o 15 minutos.

1.09.2011

DÜSSELDORF

Se me acumula el trabajo y no me apetece nada de nada escribir, pero haré un breve resumen de cómo fue nuestra escapada alemana a la ciudad de Düsseldorf con Yoli, Guille e Iván.

Un viernes a las 15:30h, si no recuerdo mal, subimos a un avión de Ryanair que aterrizaría casi 3 horas después en el aeropuerto de Weeze, lo cual es una gran putada si llegas (o te vas) a horas que no hay buses hacia Düsseldorf, porque resulta que sólo hay a estas horas:




Nosotros no tuvimos problemas porque viajábamos en buenas horas, pero teniendo en cuenta que del aeropuerto a la ciudad hay casi 80 Km... es un poco rollo.


Sobre las cinco de la tarde estábamos en el Hotel Europa Düsseldorf... la verdad es que nos salió muy muy barato (creo que a poco más de 20 euros por persona la noche en habitación doble) y a demás entraba el desayuno, que estaba bastante bueno y tenía variedad.


La ubicación del hotel era correcta, quizás un poco lejos del casco antiguo, pero muy próximo a la estación de tren y bus (unos 10 minutos) y tenía cerca alguna parada de tram, lo que facilita las cosas.


La atención fue genial, los recepcionistas eran muy majos, eso sí, no esperéis un hotel moderno, los muebles de las habitaciones son de Ikea,  pero aún así el ambiente respira sobriedad, austeridad y un rancior que bien puede entenderse como "exótico" (hay que ver las cosas buenas...). La cama era aceptable, aunque el lado de Santi se rompió y a media noche aparecía en el suelo enmoquetado y con leve olor de polvo, la ducha era super antigua y en el baño hacía frío y el televisor era parecido a los de nuestras abuelas (sí, aquellos que eran en blanco y negro).


En cuanto a si te estás planteando visitar Düsseldorf... yo creo que vale la pena para un fin de semana o como ciudad puente para visitar otros puntos de Alemania. El casco antiguo es muy pequeño y con encanto, hay diferentes barrios y vale la pena pasear por la zona nueva (donde está la zona de negocios).


Cuando llegamos, y tras comer en la habitación del hotel, Santi y yo salimos a pasear hacia los edificios de Frank Gerhy (unos edificios de formas orgánicas y revestidos con un material metálico que refleja la luz de una forma espectacular y hace que tengan un aspecto diferente en cada momento del día).


Paseando por la ladera del Rin nos llamó Iván, un amigo de Yoli y Guillermo, que llegaba en otro vuelo. Como no nos conocíamos tuvimos algunos problemillas para encontrarnos... sobre todo porque yo soy muy mala dando indicaciones en una ciudad que no conozco y le di una dirección algo lejana a dónde realmente estábamos... pero bueno, al final y bajo la lluvia nos encontramos y nos fuimos a tomar unas cervezas, cenar salchichas y bretzel y hacer tiempo hasta la llegada del resto del grupo, que nos llamaron a las 10 de la noche.


Düsseldorf es conocida como "el bar de Europa" o "la barra más larga del mundo" porque allí aún permiten fumar en muchos sitios y hay una cantidad inimaginable de bares, cervecerías, restaurantes... generalmente todos ubicados en el casco antiguo. Tienen terrazas con estufas y la gente sale a la calle a beber y se arman unos follones impresionantes.


El sábado madrugamos preparados para recorrer Düsseldorf, visitar la zona que Santi y yo ya habíamos visto el día anterior, subir a la torre de televisión (un pirulí altísimo y con unas vistas geniales), pasear por el casco antiguo, ir al aquazoo...


Lo cierto es que ha pasado tanto tiempo desde que fui que ya no recuerdo exactamente el orden de todo lo que hicimos, pero os aseguro que esta ciudad da para mucho más de lo que en un principio imaginamos. 


Os anoto varias ideas que pueden ser de interés: 


- Existe una tarjeta turística que vale la pena porque no es cara y te permite utilizar sin límites el transporte público (tranvía), entrar en el aquazoo, subir a la torre de tv y no sé qué más.
- Comer es como en España, se puede comer muy barato si se pide menú ejecutivo (9 euros dos platos, bebida y postre) y beber cerveza también es parecido a nuestro país.
- Allí la cerveza típica es la Alt, una cerveza tostada bastante amarga, pero que superado el primer sorbo está bastante buena (también hay "pils" -rubia-). 
- Vale la pena hacer el recorrido en barco por el Rin, sobre todo con buen tiempo, porque durante el trayecto hay barra libre y puedes beber lo que quieras (así que el precio del billete es rentable, además las vistas son muy bonitas).
- El aquazoo es bastante chulo, hay una zona de clima tropical y tienen caimanes, aves... sueltos en una zona a la que puedes acceder para pasear.
- El tram es como el metro y resulta cómodo.
- Hay una zona que no recuerdo cómo se llama (Yoli si lees esto ayúdame!!!), pero es muy bonita y tranquila. Queda cerca de las ruinas de una fortaleza y es un barrio residencial con casas bajas, jardines... es parte de Düsseldorf, pero parece un pueblecito a parte. Desde las ruinas hay unas vistas formidables del Rin.
- La gente con la que tratamos fue muy agradable (excepto un camarero estúpido que nos sirvió muy mal y se cobró él mismo la propina), sobre todo en el museo del teatro, que fuimos y al estar cerrado y haber una fiesta privada, nos invitaron a una copa y ya de paso nos quedamos a un concierto...
- Las cartas de los restaurantes a los que entramos no están ni en español ni en inglés... allí alemán, alemán y alemán... Santi y yo que somos los que no hablamos idiomas nos comunicábamos con nuestro rudimentario inglés y algo de mímica... la gente te entienda perfectamente. El idioma nunca ha de ser un impedimento para viajar y a demás, al final siempre acabas aprendiendo alguna frasecilla que usas mil veces y quedas la mar de apañao.


Este fin de semana fue realmente divertido y nos lo pasamos muy bien, supongo que si juntas el habernos reencontrado con unos amigos a los que no vemos demasiado, haber conocido gente nueva y estar en una ciudad tan acogedora y atractiva como Düsseldorf hacen que todo acabe con buen sabor de boca.


Santi y yo nos quedamos hasta el lunes por la tarde y nos dio mucha pena despedirnos del resto del grupo... esperamos poder repetir pronto, aunque de momento parece que vamos a dejar escapar la oportunidad de ir con ellos a Viena y a Berlín... jopeeeee.


En fin, creo que voy a subir ya algunas fotitos para ilustrar un poco cómo es Düsseldorf, a ver si poco a poco deja de ser conocida sólo por su feria de calzado y adquiere más valor turístico.