6.19.2011

NEW YORK, I LOVE YOU!!!!!! (parte 4)

DÍA 3. 27 de diciembre de 2010.

Despierto. Santi se está duchando y parece que Esther aún duerme. No puedo evitarlo y me asomo a la ventana... no sé si ha dejado de nevar, si ahora llueve o si se ha acabado el mundo.

Parece que está nublado, quizás por la hora, son las 8:30h... ¡¡¡pero no nieva!!!. Las escaleras de incendios están completamente ocultas bajo metros de nieve blanca, blanquísima... pero ha dejado de nevar y en el canal metereológico dicen que ya no volverá a hacerlo más en los próximos días.

Desayunamos lo de siempre y salimos a las calles de Nueva York... blancas, si asfalto, las venidas son como llanuras inmensas nevadas y los coches están ocultos completamente... algunos han quedado abandonados en medio de las calles al quedar atascados, incluso vemos una calle llena de coches de policía vacíos, dejados de cualquier manera en medio del paso... si no fuera porque empieza a lucir el sol y los tenderos se afanan por limpiar las entradas de sus comercios con palas y sal, parecería que fueran a salir hordas de zombies de la nada.

Caminar es complicado, hay tramos donde la nieve nos llega más allá de las rodillas... pero las vistas de Nueva York sin tráfico, sin atascos y sin ruido son magníficas. La nieve amortigua cualquier sonido, no hay coches por las calles, los peatones caminamos por donde queremos sin preocuparnos por los semáforos o las aceras... ¡somos dueños de Manhattan!.

Así, escalando montañas de nieve, llegamos hasta Times Sq. donde nos helamos literal y figuradamente ante la grandiosidad de los luminosos, a pesar de ser las diez de la mañana. Callejeamos y nos morimos de frío... este fue el momento en el que más frío pasamos en todo el viaje creo... al día siguiente de la tormenta.

Sobre las once o así decidimos entrar en un sitio llamado Sturdust, nos lo había recomendado Rosa y Senén y la verdad es que, aunque se pasa de turístico, es un sitio peculiar y bastante chulo. Se trata de un restaurante cafetería decorado al estilo de los años 50 y donde los camareros y camareras (que visten acordes al local) sirven las mesas y cantan en directo. Disfrutamos del espectáculo con una porción de tarta de manzana, una de queso y unos capuccinos. Lo menos recomendable... la cuenta, porque a parte de lo que tomas y de la propina al camarero, también pasan un cubo para propinas de los cantantes, pero aún así es recomendable si te mola lo kitch.

De vuelta al frío blanco de NYnos dirigimos hasta Columbus Sq. desde donde accedemos a Central Park, que parece un bosque nevado. El espectáculo es increíble, los críos se tiran por las colinas nevadas en trineo, la gente pasea a sus perros, va en bici por los senderos recién abiertos y despejados, los turistas flipamos porque de repente yano estamos en NY, estamos en unas pistas de sky y a lo lejos se ven los rascacielos de Manhattan.

Paseando, comiendo nieve y haciendo guerra de copos llegamos a Strawberry Fields (aquí mataron a Lennon) y Dakota Building, donde aún vive Yoko Ono (como curiosidad contaré que para vivir en el edificio Dakota has de pasar una multitud impensable de entrevistas, mostrar recomendaciones, demostrar que puedes pagar el apartamento y los gastos... y finalmente tus posibles vecinos deciden si te quedas o te vas... algo así como una cooperativa o una secta y por supuesto tú y yo no podemos vivir ahí, sólo lo más de lo más de lo más puede permitírselo.... y la verdad, tampoco es para tanto el edificio de los coj...).

Así llegamos al Museo Arqueológico, el mismo que se supone sale en la peli "Noche en el museo"... pero no se parece en nada, los animales ni se mueven ni son graciosos ni nada de nada... son animales muertos y disecados. Lo cierto es que es un museo un poco aburrido si no te mola el tema, pero en el momento que seas un friki de los dinosaurios seguro que te parece lo más de lo más.

Quizás lo más curioso del museo fue el planetario, porque es el típico con forma de cúpula donde te sientas en una cómoda butaca y a tu alrededor proyectan el universo. Nosotros vimos una peli sobre la creación del plantea, sobre el big bang y con planos bastante chulos de Nueva York... todo narrado por Whoopie Goldberg.

Por cierto, Esther se quedó frita durante la proyección de la peli, así que igual tampoco mola tanto. En conclusión, si vas poco tiempo a NY no entres al Arqueológico... si te gusta el arte mejor ve a MOMA.

A las 15:00h salimos del Arqueológico y buscamos algún sitio donde comer. Entramos en un mexicano de dudosa calidad, pero por 10$ nos metimos una fajita de medio metro con frijoles y carne... no puedo decir que me gustara, pero sirvió de carburante para seguir adelante.

Volvemos a Columbus Sq y entramos al centro comercial que hay allí, muy lujoso y caro todo... intocable... y de allí por la 6th Ave. hasta el Rockefeller Center donde vemos el famoso árbol de navidad adornado con piedras de Swarowsky y la pista de patinaje super enana que en la tele parece enorme.

Esta zona está atiborrada de gente... impresionante la cola que había para patinar (20$ la broma) y lo que más agobio da -os vais a reír- es la tienda Lego!!!... en esta tienda no cabía ni una persona, niño, alma, hormiga más... qué agobio!!!! pero qué mierda pasa con los lego????

Por los alrededores entramos a una tienda de cucadas y compro una moda funda para mi cámara pocket. y de aquí nos vamos al metro, donde compramos una metrocard de 7 días por 27$ ... con esta tarjeta el metro no falla y el truco si no te aclaras mucho es ir siempre a estaciones grandes.

Así, con el metro sucio y caótico de NY, vamos hasta el East Village, zona que me parece tiene un rollo bastante británico, con pubs, tascas y edificios bajos. En esta zona localizamos The white horse, un pub muy conocido hace décadas por ser el centro de la cultura beat y donde autores como Jack Kerouac ("En el camino") se pillaban unos pedales del copón y armaban follón... nosotros ni pillamos un pedo, ni nos metimos en líos. Esther se pidió un sano zumo, Santi una cerveza y yo un merlot que al primer sorbo parecía bueno, pero te dejaba el paladar como matequilloso (donde se ponga un buen rioja... o por lo menos este merlot no era demasiado agradecido).

Estamos cansados y volvemos al hotel en metro. Decir que el metro no parece demasiado inseguro, es como todos los metros del mundo... depende de la zona y de la hora, pero nosotros no tuvimos malas experiencias, simplemente un par de borrachos que vomitaron a nuestro lado mientras esperábamos el tren, pero te apartas y listo.

Lo peor del metro es que la mayoría de las estaciones no tienen pantallas en las que te dicen lo que falta para el siguiente tren, no pasan tan a menudo como por ejemplo en Londres, las estaciones son feas, frías y mal iluminadas y acceder al andén de enfrente para ir en dirección contraria es un poco engorroso.

Cuando llegamos al hotel nos sentimos como si fueran las 5 de la madrugada, pero a penas pasan de las 12... queremos morir en nuestras camas hasta el día siguiente.

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