6.19.2011

NEW YORK, I LOVE YOUUUUU!!!! (parte 5)

Día 4. 28 de diciembre.

Me duelen los pies, tengo agujetas en las piernas y mis botas de crocs ya no aguantan más nieve... hoy me compraré unas bota de agua selladas y sin ningún tipo de agujeritos transpirantes.

Me asomo a la ventana y veo cómo caen laúdes de nieve desde las escaleras de incendios... la nieve empieza a deshacerse poco a poco, pero aún queda mucha-muchísima y aunque los pasos que han abierto en las aceras para que pasemos cada vez son más anchos  el hielo sigue dificultando que Nueva York tenga su ritmo normal... lo que a los turistas nos viene fenomenal.

¡Ducha, desayuno y al ataque!

Hoy vamos en metro hasta South Ferry, desde donde queremos subir en el ferry para ir a Liberty Island, pero tenemos mala suerte y por la nieve la estatua de la Libertad está cerrada y tenemos que aplazarlo para el día siguiente.

Ya que estamos en esta punta de Manhattan nos quedamos, visitamos el Castle Clinton y subimos al Ferry de Staten Island. Se trata de un ferry enorme que fue subvencionado por un señor muy rico que en sus inicios tenía que recorrer mucho tramo para ir de Staten Island hasta Manhattan (Staten Island y Manhattan están unidos por un puente larguísimo que en horas puntas presenta atascos impresionantes), de modo uqe este señor, cuando amasó una gran fortuna regaló el ferry a los ciudadanos. Al principio este servicio costaba un centavo, pero con el paso del tiempo resultó ser un incordio tener que dar cambio de un centavo a cada pasajero, de modo que lo hicieron gratuito.

El trayecto de Manhattan a Staten Island en el ferry dura unos 20 o 25 minutos creo recordar y generalmente no es necesario ni bajar del barco, te quedas y vuelves a Manhattan, pero a nosotros nos hicieron cambiar de ferry porque en el que estábamos había una cantidad inmensa de nieve que impedía a los pasajeros asomarnos por la borda.

Cuando bajamos del ferry naranja en Manhattan paseamos por South Street y Wall Street hasta el Muelle 17, donde se pueden ver unos barcos de vela muy a lo "piratas del caribe". El contraste es espectacular porque esos barcos anclados en el muelle de madera tienen un entorno muy cosmopolita, con rascacielos de cristal y hombres de negocios.

En el Muelle 17 hay unas galerías comerciales con un  montón de restaurantes. Nosotros aprovechamos para hacer unas compras en Victoria Secret.

Aunque es hora de comer decidimos ir hasta el City Hall y de allí al Brooklyn Bridge, que cruzamos disfrutando de las vistas y de los rayos de sol. El puente de Brooklyn es uno de los más bonitos que he visto y está perfectamente ideado para los peatones, porque digamos que consta de dos plataformas, por arriba pasa la gente andando o en bici y por debajo los coches.

Tardamos unos 25 minutos en cruzar el puente y llegar a Brooklyn (al otro lado del East River - Manhattan es una isla rodeada por éste río y el Hudson -).  Estamos muertos de hambre y parece que cerca no hay ningún restaurante más allá de una pizzería donde la cola de clientes da la vuelta a la manzana (a los neoyorkinos parece molarles mucho eso de hacer cola para comer) y el famosos River Café, un restaurante muy bonito ubicado en un barco amarrado al muelle y que está justo debajo del puente de Brooklyn. Imaginad dónde decidimos comer... creo que fue la comida más cara que nos permitimos, pero hay que decir que el entorno y la comida valían la pena (60$ por cabeza tomando vino, postre y tal). Desde las enormes ventanas del River café vimos cómo la luz se marchaba y Manhattan empezaba a encender sus luces (estuvimos un par de horas disfrutando del sitio... cosa que los americanos no hacen, ellos comen y se van, eso de las sobremesas no lo conocen).

Descansados y saciados salimos al muelle y seguimos mirando los inmensos rascacielos silueteados sobre un cielo azul oscuro casi negro, mientras chisporroteantes lucecitas se iban encendiendo y se refleh¡jaban en el East River... Mágico.

Fue en este punto donde vimos un termómetro que marcaba 2ºC y nos alegramos como niños, porque notábamos calor, ¡eso era buen tiempo!... ¡fuera las bufandas! ¡fuera los guantes!... al rato volvimos a sentir el fresquito, se nos había pasado el efecto del vino.

Desde Brooklin, y tras pasear un rato, cogimos un metro dirección Wall Street y la zona del Wold Trade Center, donde visitamos Century 21, una de los centros comerciales estrella de la gran manzana por disponer de ropa de diseñadores a muy buen precio... lamentablemente era todo feísimo... supongo que para pillar las mejores gangas habrá que ir a primera hora de la mañana.

Paseando llegamos a St. Paul's Chapel y la zona cero donde estaban las torres gemelas. Esta zona impresiona mucho, porque cuando estás frente al enorme agujero te das cuenta de que el espacio real en el que se alzaban las torres tampoco es tan grande e imaginar ver caer dos edificios en ese pequeño hueco es terrorífico.

De esta zona vamos a Macy's, que al haber empezado las rebajas está destrozado, y luego vamos Times Sq para dejarnos cegar por las luces de neón, callejeando vemos Bryan Park y la HBO Shop, pero estamos muy cansados y preferimos dejar algo para el día siguiente.

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