6.19.2011

NEW YOOOORK, I LOOOOOVE YOOOUUUUUUU!!!! (parte 7)

Día 6. 30 de diciembre.

Hay que aprovechar el día, tenemos que movernos rápido, ver todo lo que toca hoy y volver al hotel a cambiarnos para estar a las 19.00h en el Bowerie Ballroom... 

Desayunamos rápido y vamos hacia el ferry que nos llevará a la Estatua de la Libertad, hacemos una cola de unos 20 minutos y el señor de delante nos explica que es de Washinton y ha venido a visitar a su familia... la gente con la que nos encontramos era muy agradable y aunque no hablaramos inglés bien se arriesgaban a contarnos cosas y preguntarnos.

El ferry a la Estatua de la Libertad va bien cargado de gente, pero aún así encontramos un hueco para sentarnos. En poco tiempo llegamos al islote.

Ver la Estatua de la LIbertad de tan cerca es curioso, porque desde Manhattan parece más grande. No subimos y preferimos caminar por el paseo haciendo fotos de las panorámicas impresionantes de Manhattan. Hay muchas gaviotas y el día es espléndido, hace sol, el cielo está muy azul y el mar en calma.

Volvemos al ferry y mientras vamos pensando cuál puede ser nuestro siguiente destino... finalmente nos dirigimos a una de las tiendas más extrañas que he visto jamás. La tienda BH, una especie de MediaMark donde sólo trabajan judíos (y van con su gorrito), es inmensa, con muchísimas plantas... tú eliges qué comprar en cualquier sección y se lo dices al dependiente, te diriges a unos mostradores para hablar con otro tipo, él te explica la garantía, te repite las características de lo que quieres comprar y trata de venderte algún extra, entonces te da un papel y te dice "ale, vete a caja a pagarlo que tu compra ya está allí",  a continuación el tipo mete los productos que has comprado en una cesta y los engancha en un mecanismo de railes que recorren el techo de tooooda la tienda y llevan la compra de los clientes hasta caja y tú en caja lo recoges y lo pagas.

Ver las cestas volando por encima de tu cabeza es una locura.

Tras comprar unas cámaras de fotos para mis hermanos (samsung tiene cámara muy económicas y decentes a unos 69 euros, allí me costaron 69 dólares que al cambio eran unos 45 euros), fuimos hacia Times Sq, donde comimos un perrito de camino a Rockefeller para ver de día el árbol de navidad decorado con piedras de Swarowsky, entrar en la tienda LEGO (un puto caos lleno de gente) y a continuación buscar la tienda de la cadena de tv HBO, donde estuvimos un buen rato frikeando y comprando chorradas de series de televisión (acabé con un par de botellas de true blood, un delantal de merlot's y una camiseta que reza I love Eric... Santi y Esther no fueron menos y tb acabaron comprando merchandising).

Entre unas cosas y otras llegó la hora del concierto, de modo que nos fuimos al hotel, compramos algo para cenar rápido, ducha y de vuelta a la calle... destrozados, cansados y algo inquietos porque no tenemos entradas, vamos hacie el Bowery Ballroom.

Los seguratas dicen acordarse de nosotros, esperamos junto con un pequeño grupo de gente que tampoco tiene entradas hasta que sale el tipo con el que hablamos la noche anterior. Lo abordamos y nos dice que entremos, pagamos la entrada, nos ponen una pulserita para indicar que somo mayores de edad y podemos beber... y Francis se presenta diciendo que irá a Benidorm en unos días, que tenemos que recomendarle sitios para salir por Alicante... pero no lo volvemos a ver.

El concierto fue una pasada, hubo muy buen rollo entre todos... nadie fumaba (como mucho algún canuto) y la chica que tenía delante me dejó espacio porque decía que yo era más bajita que ella y no vería bien. Ningún empujón... nunca he estado en un concierto donde sean tan respetuosos... nunca.

Patti Smith estuvo impresionante, graciosa, cercana, activa... incluso fue emocionante poder cantarle el "cumpleaños feliz". Creo que el concierto de esta mujer ha sido el mejor en el que he estado jamás, quizás por no esperarme que me gustara tanto, quizás por el entorno, quizás por el olor a hierba que se respiraba, quizás por la compañía o por meter todos los ingredientes en una coctelera y servirlo bien frío.

Sobre las 12 acabó el concierto, hicimos un poco de cola para recoger los abrigos del guardarropa y volvimos destrozados al hotel... los ojos se nos cerraban y el cansancio era demoledor, pero la satisfacción de haber estado en un concierto de una artista tan legendaria no nos lo quitaba nada ni nadie (ni siquiera el tipo que vomitaba junto a nuestro banco esperando el metro).






No hay comentarios: